Una relación de pareja es un
paréntesis.
Los paréntesis, si bien van en
pareja, no puede darse su función si no es que funcionan como un par: siempre
que exista uno, ha de existir el otro en consonancia. Lo mismo sucede con una
pareja que se encuentra en una relación afectiva: si bien cada uno puede
existir independientemente, es juntos cuando realmente conforman la unidad y
adoptan el papel de una pareja.
Los paréntesis no son estáticos, se
adaptan a las circunstancias, a su contexto. Pueden enmarcar una única palabra,
estando casi tan cerca que pueden tocarse, o ser los marcos de un párrafo
entero, en el cual casi te olvidas de la existencia de ellos como dos partes de
un único elemento. Lo mismo sucede en una relación: puedes acercarte a tu compañero
o compañero y estar tan cerca que pareciera que te pierdes en la otra persona,
o bien aumentar las distancias hasta que entre los dos se crea un abismo casi
infranqueable. Es la misma sensación que se explica en la película de Her (Spike Jonze, 2013): «Es como si estuviera leyendo un libro y es
un libro que amo profundamente. Pero ahora lo leo muy lentamente. Así que las
palabras están muy separadas y el espacio entre las palabras es casi infinito.
Aún puedo sentirte a ti y a las palabras de nuestra historia. Pero es en este
espacio infinito entre las palabras que me estoy encontrando a mí misma. Es un
lugar que no existe en el plano físico. Es donde está todo lo demás que ni
siquiera sabía que existía.»
Muchas parejas, al vivir esa
separación en cuando acaban encontrando en esa distancia algún aspecto de sí
mismo que la cercanía no les dejaba contemplar. Y es en varias ocasiones que
ese mismo espacio entre dos personas les hace perder de vista lo que hay al
final de esa separación, ¿cuántas personas no se van de viaje y descubren que
no han echado de menos a su pareja?, ¿o se dan cuenta que ellas mismas han
cambiado y no tiene sentido continuar con la relación? Es un arma de doble
filo, pues caer en la lejanía es sumamente fácil.
«Somos un
paréntesis», se dijeron al iniciar la relación. Henchidos de dicha por haberse
encontrado siendo las probabilidades de hacerlo casi un milagro, la distancia
se acorta entre ellos y parece que sus vidas están en constante roce. Pasa el
tiempo, y «somos un paréntesis» aún marca sus frases. Entre ellos el espacio
anida vivencias compartidas, experiencias que les unen. «Somos un paréntesis»
es lo que marca su adiós, el espacio entre ellos creció de tal manera que lo
único que pudo llenar tal hueco era la nada.
(maravilloso)
ResponderEliminarGracias por tu palabra, me ha sonado a un susurro por la puerta entreabierta. Un gusto saber que te haya gustado el texto.
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